
Cuando Rajoy se vio a salvo, le dijo al zagal:
- Gracias. Me has salvado la vida; pídeme lo que quieras.
- Señor presidente -dijo el chico-, sólo quiero que mi ataúd
sea
transportado en una carroza tirada por seis caballos.
- ¡Por Dios! ¡Si eres muy joven! Anda, pídeme otra cosa.
- Bueno, pues entonces, que sobre mi ataúd pongan la bandera
de España y que la guardia de honor la doble y se la entregue a mi madre al
final de la ceremonia.
- Que no, que no... Pídeme otra cosa.
- Pues... que la guardia de honor dispare unas salvas
mientras me entierran.
- Pero, vamos a ver, ¿a qué viene esa manía de que te vas a
morir?
- Pues porque cuando cuente en el pueblo que lo he salvado,
me van a matar a hostias, por gilipollas. !!!!
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